jueves, 3 de junio de 2010

La Mujer en las Fuerzas Armadas


La inactividad baloncestística provocada por el fin de la competición, y como quiera que en estos días sólo tenemos acceso a la especulación originada por el futuro incierto y/o dudoso, ha dispuesto a mi modesta e incipiente inquietud literaria para que se centre en otro tema, el cual conozco por motivos profesionales.

Las distintas revoluciones sociales e industriales surgidas a lo largo de la historia reciente de España, han originado la paulatina integración de la mujer en las sociedades laborales, políticas e intelectuales, orientadas a obtener la paridad técnica que en la actualidad tanto se ansía y que sólo la madre naturaleza es capaz de deshacer al amparo del instinto animal.

Pero el camino no ha sido fácil, y a lo largo del siglo XX se han sucedido innumerables movimientos integradores, fundamentalmente y originado por la situación política del momento, en el primer y último tercio del siglo. Así nos encontramos con el primer acercamiento social al movimiento feminista-sufragista en España materializado en la persona de Clara Campoamor, una de las tres diputadas de la II República. Sin duda sus logros obtenidos mediante la lucha política encaminados a erradicar las injusticias sociales sufridas por la mujer, dejaron expedito el camino hacia la igualdad de género que hoy todos defendemos, pero que las mentes retrógradas del momento histórico que le tocó vivir, incluso en el seno de la izquierda más radical, no admitían.




Largo y difícil ha sido el camino también en las postrimerías del siglo XX, para que la integración de la mujer en la sociedad española haya constituido una realidad palpable, hecho amparado y exigido por la Constitución Española, nacida precisamente en este último tercio de siglo, y que garantiza la no discriminación por razón de sexo. Como consecuencia de la carta magna, muchas han sido las regulaciones legislativas surgidas para precisamente asegurar el respeto a ese derecho universal igualitario, obteniéndose importantes logros en infinidad de sectores sociales.

Pero la deuda histórica de la milicia con la mujer, obtuvo su crédito a finales de la década de los ochenta. El Real Decreto Ley número 1/1988, firmado y sancionado el día 22 de febrero de 1988, puso fin a varios siglos de ignorancia e indiferencia. En una profesión de hombres, creada por hombres y ejercida exclusivamente por ellos, la integración de la mujer en los Ejércitos y la Guardia Civil constituyó un hito muy importante para la efectividad de la igualdad constitucional de oportunidades en nuestro país.



Aunque en principio esta incorporación limitaba el ingreso a determinados puestos de carácter logístico, administrativo y sanitario, debido fundamentalmente a la adaptación integral de la habitabilidad de las Unidades, la experiencia absolutamente positiva, la excelente disposición de las mujeres incorporadas, así como la superación de las ya altas expectativas, han acelerado los procesos programados para la consecución de las distintas metas, provocando la incansable producción legislativa de las instituciones implicadas. Era necesario que este principio de igualdad absoluta se articulara, por lo que la Ley 17/1999 de 18 de mayo, de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, lo incorpora definitivamente en su texto de tal modo que la carrera profesional es exactamente igual para hombres y mujeres, no existiendo ningún destino en las Fuerzas Armadas que esté vetado a las mujeres, incluidos los de tipo táctico u operativo.



A nadie se le escapa que la presencia femenina en el ámbito castrense enriquece a las instituciones, las acerca a la sociedad a la que sirven, cohesiona las unidades y da sentido y contenido a la profesionalización y modernización del Ejército del Siglo XXI. Participan plenamente en la consecución de las misiones, a las que aportan su experiencia y su esfuerzo, asumiendo todos los riesgos inherentes a la profesión.

Esta nueva realidad social en la Administración Militar requiere nuevas medidas normativas y sociales que la atiendan. En este sentido y con el propósito de favorecer y potenciar la igualdad de género en su seno, el Consejo de Ministros, en su reunión del día 4 de marzo de 2005, adoptó un Acuerdo por el que se aprueban medidas para favorecer la incorporación y la integración de la mujer en las Fuerzas Armadas, materializado mediante la Orden DEF/524/2005, de 7 de marzo. Este Acuerdo aborda una serie de actuaciones dirigidas a su consecución.

En primer lugar las enfocadas a la promoción y seguimiento del acceso, integración y permanencia de las mujeres en las Fuerzas Armadas, con la creación de un centro de estudio sobre la situación de la mujer en las FAS, Observatorio de la Mujer, que nace como órgano colegiado y depende de la Subsecretaría de Defensa con la función de analizar los procesos expuestos. Este Observatorio está integrado por representantes de los tres Ejércitos, de los cuerpos Comunes y de los órganos centrales del Ministerio, y conforman el Comité que coordina las medidas de puesta en práctica que favorezcan estos fines. Desde su primera reunión, que tuvo lugar el 18 de octubre de 2005, el Observatorio ha creado una página web con información sobre la mujer en las Fuerzas Armadas y, en general, sobre cuestiones de género y conciliación de la vida familiar y laboral. También ha puesto en funcionamiento un teléfono y un correo electrónico en los que se pueden solicitar información y realizar comentarios y sugerencias. De la misma forma ha creado cinco comités técnicos de trabajo sobre estadísticas, consejos asesores, salud y mujer, conciliación de la vida personal, familiar y laboral e impacto de género.



En segundo lugar, actuaciones orientadas al incremento de la calidad de vida de la mujer, a través de la necesaria adecuación de las instalaciones y alojamientos a las condiciones de vida de la mujer en las Fuerzas Armadas.

Además, se adoptan medidas de carácter conciliador de la vida familiar y profesional de los miembros de las Fuerzas Armadas, a través del establecimiento de un programa de creación de Centros Infantiles en establecimientos militares: está prevista la creación de 25 centros en ocho comunidades autónomas distintas, con una inversión de más de 7 millones de euros. A día de hoy ya están funcionando diez centros infantiles (Arsenal de Ferrol, la Guardia Real en el Pardo, el Parque y Centro de Abastecimiento de Material de Intendencia de Madrid, la Base Naval de Rota, la Base Aérea de torrejón, el Cuartel General del Aire, la Base “Coronel Mate” en Colmenar Viejo, el Colegio de Huérfanos de la Armada de Madrid, la Base Aérea de Zaragoza, y por último la Guardería “Grumete” de Cartagena).

También se garantiza la presencia de la mujer en los órganos de evaluación para el ascenso, selección de concurrentes a cursos de capacitación y asignación de destinos de especial responsabilidad o cualificación, siempre que existan mujeres con el empleo requerido para formar parte de los citados órganos.

Por último, se promueve una adecuación del régimen disciplinario a la delimitación conceptual del acoso sexual que se está llevando a cabo en las decisiones comunitarias, esto es, se modificará la legislación aplicable a las Fuerzas Armadas incorporando los conceptos jurídicos que sobre el acoso sexual se están implantando en el derecho comunitario.

Si bien todas estas medidas favorecen de facto la integración de la mujer en las fuerzas Armadas, en mi opinión la actuación que más la favorece es la aprobación del Plan Concilia para el personal militar, mediante el cual se establecen medidas de flexibilidad horaria, de reducción de jornada por razones de guarda legal y lactancia, permisos retribuidos por cuestiones de conciliación y medidas dirigidas a las víctimas de violencia de género. La mayoría de estas medidas que se contemplan en esta normativa, salvo las que afectan directamente a la situación de embarazo, parto y postparto, van dirigidas tanto a hombres como a mujeres, con el fin de reforzar la tendencia a eliminar las barreras y desigualdades de género, en tanto que iguala al hombre y la mujer ante determinadas situaciones tradicionalmente asociadas con roles y estereotipos de la mujer.

A día de hoy nos encontramos con una importantísima cantidad de mujeres desplegadas en misiones de paz en el exterior, pilotos de caza, en torno al veinte por ciento de la dotación del portaaeronaves “Príncipe de Asturias”, se supera el diez por ciento de efectivos tanto de la Legión como del Ala 11 del Ejército del Aire con sede en Morón. También es de destacar que el veinte por ciento del total de extranjeros en las Fuerzas Armadas son mujeres, siendo las tres nacionalidades más representativas Colombia, Ecuador y Bolivia, así como que el veinticinco por ciento del total de efectivos reservistas voluntarios son mujeres.



No cabe duda que aún queda mucho camino por recorrer. Con todo ello debemos congratularnos porque nuestra sociedad ha sido capaz de convertir la carrera profesional en las Fuerzas Armadas en un ejemplo de igualdad para hombres y mujeres, con las mismas tareas y responsabilidades, que reciben la misma formación, disfrutan de los mismos salarios y están sometidos a iguales derechos y obligaciones.