martes, 6 de julio de 2010

DE LAS BANDERAS AZULES Y LAS MOSCAS…

Tenía pensado dejar pasar los días de julio entre descalzos paseos por las orillas del Mar Menor, rutas en bicicleta, partidas de padel y vida familiar, para en agosto dar paso a unos días de ausencia y sidra en la también viva Asturias, pero atendiendo una ínclita petición de no abandonar a su suerte el blog, y motivado por la invasión de ciertos invertebrados artrópodos de orden dípteros, dejo constancia escrita de que, a mi parecer, no somos más que parte de un ecosistema.


Mucho y con grandes motivos, se han apresurado nuestros políticos para izar esas tan merecidas banderas azules en nuestras playas. Lo han hecho con el orgullo de haber gestionado bien nuestro hermoso litoral durante el invierno, y ahora reclaman su trozo del pastel con la atracción de turistas-bañistas que dichas banderas provoca. Turistas, plazas hoteleras, restaurantes, Cartagena milenaria, Teatro Romano, museos, en definitiva llenar las arcas, a todos nos suena y sería de tontos no aprovechar el gran potencial de nuestro Mar Menor y demás excelencias de nuestra Región para potenciar la maltrecha economía murciana. Pero una cosa tengo clara, el jurado internacional “Bandera Azul” que ha concedido tales honrosas distinciones, o no ha venido, o lo hicieron entre cultivo y cultivo, en época de tranquilidad agrícola, cuando la plaga de moscas y mosquitos que cada verano invade nuestro litoral marmenorense todavía no había hecho acto de presencia.

Y es que en el “negocio” de la agricultura (no olvidemos que no es más que eso, una forma más de ganarse el tan preciado jornal, sin querer por ello quitarle la importancia que dicha actividad tiene para nuestras vidas), donde cada día más se reclama el acercamiento a la ecología, nada importan las consecuencias colaterales. Se emplea el abono de siempre, el estiércol de toda la vida, mierda pura para entendernos, y el binomio mierda / moscas ha estado estrechamente unido desde antes de antes, y como no podría ser de otra manera presente también en nuestra área geográfica, mucho antes de que los primeros pobladores prehistóricos se asentaran en Las Amoladeras, allanando así el terreno al legendario Rey Testa, tal vez fundador de la ciudad de Cartagena con el nombre de Contesta ( 1.412 a.C.).


Y hablando de binomios, y desde el más absoluto desconocimiento de la explotación agrícola y más aún de la gestión política, ¿no sería posible reforzar y favorecer la convivencia en nuestra Región del binomio agricultura/turismo, de tal manera que uno no apuñalara al otro?. Se trata de buscar el equilibrio entre ambas actividades, de tal forma que las dos queden intactas en sus pretensiones.

La actividad agrícola en el entorno del Mar Menor está en plena ebullición durante los meses de verano, debe ser así por los propios ciclos de cultivo, y en estos días se está procediendo al abono con estiércol de los campos. Y ese abono trae consigo una ingente cantidad de moscas que en su búsqueda de una vida de mayores éxitos, vuelan hacia las zonas pobladas por los veraneantes en demanda de distintos manjares y aromas. Son capaces de amargar las vacaciones al menos escrupuloso, posándose en las excelentes rodajas de melón del hijo del papa, introduciéndose en el relleno de anchoa de las mismísimas aceitunas, y no digamos el efecto devastador que causan en los escaparates de la panadería de la esquina o merodeando la pieza de mortadela en la charcutería.


Y no hablemos de los mosquitos, que en los atardeceres estivales rondan las bronceadas pieles ocasionando no pocos problemas. Y son como pavos con aparato bucal picador-chupador, como aquellos que izaban las banderas azules y que cuentan entre sus obligaciones con la de picarnos y chuparnos hasta la última peseta (que vienen siendo 0,006 Euros), a diferencia de que éstos no esperan al atardecer.

Sin entender absolutamente nada, como queda dicho, se da uno una vuelta por las praderas de Internet y es fácil encontrar soluciones tan económicas como efectivas a ambos problemas. En el caso de los mosquitos, además de controlar y sancionar a los propietarios de los estancamientos de aguas abandonados a su suerte (piscinas, pozas, balsas de riego etc.), si se realizan fumigaciones periódicas es fácil controlar las plagas. En el caso de las moscas existen infinidad de productos naturales que hacen la misma función que el estiércol y que no las atraen, y si lo que se quiere es seguir utilizando la caca de la vaca, se puede utilizar un producto llamado “compost de estiércol” cuyo único elemento no es más que ese. Limpio, cómodo y fácil de usar, aunque probablemente salga algo más caro, pero aquél equilibro del que hablábamos (agricultura-turismo) podría solucionar éste sucio e incómodo problema del mosqueo, por medio del traslado de fondos de unas partidas a otras.


Pero esto no es más que un pensamiento en voz alta que a nadie importa. Los responsables de nuestras administraciones, como siempre, dejarán que la llegada del invierno acabe de manera mucho más económica con estos insectos, y mientras tanto nosotros sigamos utilizando esos asquerosos y malolientes productos que contribuyen a agujerear para siempre la capa de ozono y que te solucionan el problema por tan solo unos minutos.

Por aquello de no alejarme mucho del espíritu de la creación de este blog, ya sabéis, esa pelotita que a veces nuestros hijos se empeñan en meter en un aro mientras nosotros gritamos, se me ocurre recordar que otras moscas y/o moscones siguen, como cada temporada, rondando las bases del C.B. Murcia, muy en contra de su nueva filosofía. Ya sé que es posible que sean los padres los que ofrecen los servicios de sus hijos a la entidad, pero creo yo que con decir NO es suficiente para ser fieles a esa filosofía tan esperada y aplaudida a lo largo de toda la Región. Como siempre, una cosa es decirlo y otra hacerlo, y esto no es un problema de filosofía sino de ambición. Si te has embarcado en un proyecto nuevo, con nueva filosofía y renovados objetivos, cumple tus nuevas normas desde el día cero.