¿Se imaginan a un jugador de nuestro baloncesto murciano sacando el dedo a un jugador contrario?, o aún peor, ¿al público del equipo contrario?. ¿Cuántos partidos le caerían?... tres o cuatro no habría quien se los quitara, o tal vez dos y una multita... no sé, algo seguro, pero si se le ocurriese sacárselo al árbitro, eso ya sería otra historia ¿verdad?, dependería de cómo el árbitro lo redactara en el acta, no sé, según el árbitro, su carácter, su comprensión hacia los jugadores, su didáctica o tal vez su afabilidad, pero ponerlo lo pondría seguro, y tal vez en este caso cinco partiditos de sanción no estaría mal. A mí me parecería bien, que conste, porque el acto en sí me parece de lo más vulgar, fuera de tono y de una mala educación evidente, más si se trata de un niño o adolescente.
Ahora vamos a imaginar al entrenador, ese sufridor/educador/psicólogo/director que trabaja en la mayoría de los casos por puro amor al baloncesto. Hace unos días uno muy apreciado en mi club fue sancionado con dos faltas técnicas seguidas con la consiguiente expulsión por mucho menos, por un inoportuno intento de hacer entrar en razón a un ya enmulado árbitro. Imaginemos que ese tomaydaca acaba con dedo de por medio. Seguro que el apercibimiento habría derivado en unos merecidos días a la sombra, y no de la uralita del Pabellón Virgen del Carmen precisamente. Seguro que la redacción del acta (a la cual no tengo acceso) expresó el acontecimiento con la mayor nitidez y benevolencia posible, y la cosa quedó en un susto, más si el entrenador supo al finalizar pedir disculpas, como personas de bien que son, y los árbitros supieron aceptarlas. Al fin y al cabo los tres trabajan duro por este deporte y ninguno de ellos come de él, así que acabaron como amigos...
Supongamos ahora que es el público el que lo enseña, el dedo, digo, en este caso no pasaría la cosa de ser un simple gesto de mala educación, demasiado generalizado si cabe, pero no pasaría de ahí si la cosa no evoluciona a más dentro de la escala de las groserías.
Ahora dejémonos de imaginar y de suponer, que ya está bien de lucubrar. Vayamos a un caso real.
¿Qué pasa cuando es el árbitro el que saca el dedo al público en reiteradas ocasiones?
No busquéis respuestas, yo tengo la que vale: al árbitro del partido Cadete Masculino que en la tarde del martes 5 de abril de 2011 enfrentaba en Caravaca de la Cruz al Canow Caravaca y al CBC-95 (con merecida victoria de los caravaqueños) se le acabó la tinta del boli Bic y no pudo escribirlo en el acta (al de mayor edad de los dos). O tal vez lo del boli fuera una excusa y no lo escribió por miedo al recto proceder del comité, o es posible que no lo pusiera porque sabía que no tendría consecuencia coercitiva alguna... quien sabe. Aunque más sorprendente me parece que su compañero en pista no lo hiciera constar... ¿corporativismo? entiendo que a veces lo haya e incluso sea lícito que lo haya, pero ante un caso así, al menos deja constancia si no quieres que te salpique. ¿Cuántos partidos le caerían?...
No está en el acta, ya lo sé, y no es intención del público asistente que nuestro club, el Basket Cartagena, tome cartas en el asunto, bastante tiene con estar al otro lado del Puerto de la Cadena (esto lo pongo por el consabido victimismo cantonal que me embarga). Pero me consta que este blog es leído por aficionados al basket, entrenadores e incluso árbitros, los cuales estoy seguro que estarán sintiendo vergüenza ajena de que un compañero árbitro haya podido actuar de esta forma... o tal vez no y puede que estén acostumbrados, ya que no será la primera ni la última que actúe así, y con absoluta impunidad.
Sé que los espectadores a veces no somos lo mejor de lo mejor, que lo protestamos todo o casi todo, pero por lo general no insultamos, nos limitamos a gritar, a protestar decisiones o incluso hacemos hasta gravísimos aspavientos, ¡oh! delito carcelario. Pero este hombre debe ser castigado, o al menos cuestionado, y en cualquier caso le dejo esta recomendación de lo que puede hacer con su dedo...
No quiero entrar demasiado en la penosa actuación al respecto que el delegado de campo de dicho encuentro ha tenido, tomándose atribuciones que no le corresponden. A este último le recomiendo que se ponga al día de cuales son sus obligaciones como delegado de campo y las cumpla a rajatabla, tal y como están escritas, y deje a la Policía hacer su trabajo que para eso está.
Quisiera para terminar rememorar aquellos momentos de gloria de este blog, en los que la valentía era mi principal cualidad y la diplomacia brillaba por su ausencia, momentos en los que me sentía un auténtico William Wallace ondeando a veces mi bandera pirata y otras la cantonal. Como véis, en los momentos adversos es la única vena que me sale, la de la defensa de lo mío, del lado de lo que creo justo. Para aquellos que estén pensando que ya está otra vez el víctima, el que se lleva todas las tortas del abejorro, le reitero el añorado saludo cartaginés... que hoy hago extensivo al señor colegiado.