Esta mañana, mientras decoraba mi árbol de Navidad, un numeroso grupo de funcionarios de la Región de Murcia se han acercado pacíficamente a la Asamblea Regional en Cartagena a felicitarle las Pascuas a nuestro Presidente y sus cómplices maestros del hampa. Están agradecidos por lo bien que los tratan, y porque hoy tenían previsto aprobar un Decretazo en aras de mejorar, todavía más, las estupendas condiciones laborales y salariales que tienen.
Ya les vale, parece ser que se han quedado sin blanca y este próximo año no podrán gastar dinero en excentricidades, en patrocinios de Formulas I, en viajecitos a Kuwait, en estupendos coches oficiales, en dietas para venir de Murcia a Cartagena a hacer su trabajo en la Asamblea, en No Typical, en Yes Topical, en viales para bicicleta que no llevan a ninguna parte, que se cortan a mitad de camino, en arrogantes discursos con copita incluida que sólo buscan el voto de la ignorancia, en tantas y tantas subnormalidades que han vaciado las ya maltrechas arcas. El derroche nacional, ese deporte favorito de la clase política, que en lugar de administrar los recursos -que los ciudadanos aportamos con nuestro esfuerzo- de una manera honesta e inteligente para el bien común, dedican gran parte de él a dar subvenciones a amiguetes constituidos en ONG's y/o Fundaciones a tal efecto, con el fin de agradecer servicios.
Y como no, ahí están los funcionarios, los grandes sufridores de este aquijotado país. Los mismos de los cuales nadie se acordó cuando la época del pelotazo, en la que veíamos como todo el que nos rodeaba, fuere del sector que fuere, se enriquecía a base de ladrillazos. Fuimos testigos de cómo nuestros vecinos, aquellos pequeños empresarios de la electricidad, de la fontanería, de la automoción, llenaban sus arcas y subían su nivel de vida a límites que nunca habían soñado, hacían viajes transoceánicos en familia, conducían vehículos de primerísimas marcas, llenaban sus despensas en el Club del Gourmet... El país iba bien, se movían grandes cantidades de dinero mientras sus funcionarios seguían con sus coches de segunda mano, con sus viajes de vacaciones en segunda con picnic incluido, con sus limitados ingresos que apenas daban para las clases de inglés de los niños... Absolutamente nadie se acordó de ellos, pobres trabajadores fijos. Ningún gobierno pensó que si había abundancia, por qué no equipararlos al resto de la ciudadanía... pero ahora que no hay sí que toca rascarles el bolsillo, robarles parte de sus pocos e insuficientes ingresos para pagar sus excesos y su falta de previsión...
(Imagen de "La Verdad digital") |
Mientras adornaba pacientemente mi árbol, pensaba en todos mis compañeros funcionarios que habían madrugado para acercarse al Paseo Alfonso XIII a agonizar en defensa de nuestros derechos (yo no lo he hecho porque me lo impide mi condición "especial" de funcionario), y en los paquetes colgados en las ya desgastadas y deshojadas ramas de mi vetusto pino, envueltos en el desfasado pero al fin y al cabo familiar y entrañable papel de cuadros escoceses, van mis mejores deseos de dignidad política para que dejen de una vez por todas sus deshonrados cargos mediante los cuales nos han llevado a semejante ruina. Váyanse a casa, vuelvan a los lugares de donde nunca debieron salir y dejen de sanguijuelearnos, que seguro que hay personas válidas dispuestas a hacerlo mejor.
Está claro que da igual el color de quien gobierne, así que para los que ya hemos filtreado con ambos bandos políticos, a través de nuestra única arma que es el voto democrático, sólo nos queda la abstención o en el peor de los casos la insumisión electoral. Que les vayan dando, señores diputados.
Para todos los demás, funcionarios o no, y en general para todos los lectores de "El Otro Basket", mis mejores deseos de salud, paz y prosperidad para el próximo año.