BASKET CARTAGENA: 41
C.B. ARCHENA: 63
De este partido decir que solo encuentro palabras de admiración hacia el equipo de Archena, que ha demostrado que trabajando bien se obtiene recompensa. A excepción del UCAM Murcia que está en otra órbita, este es el mejor equipo de esta competición y se merece por méritos propios estar donde está, y de seguir así es claro candidato a ponérselo muy difícil a los capitalinos en la que sin duda será la final de la categoría.
Por cierto, me encantó la forma que tiene este equipo de rotar a todo su banquillo, lo que mantiene a todos los jugadores en tensión desde principio a fin. Si un jugador sabe o presume que su participación va a ser mínima si es que la hubiere, lo normal es que se relaje en exceso. Si es consciente de que en cualquier momento va a saltar a pista y va a contribuir al trabajo de equipo, vive el partido de igual forma que lo hacen los del quinteto inicial. Enhorabuena y mucha suerte.
Cuando un niño o niña en edad benjamín inicia una actividad deportiva, en este caso el baloncesto, en un ambiente algo más organizado que el simple patio del cole, probablemente decide continuar por el ambiente, sus nuevos amigos, la atractiva actividad física, la competición, las equipaciones, el sentirse parte de algo que le atrae y le une a otros iguales...
Conforme va creciendo se da cuenta que el baloncesto forma parte inexorablemente de su vida. Lo vive y por qué no, lo ama. Su vida, a menudo, gira en torno a la cancha, los días de entrenamiento, los problemas de sus compañeros y también sus alegrías, el nerviosismo previo al día del partido, y vuelta a empezar. En la mayoría de los casos los padres también se involucran, a veces hasta más que los propios hijos. Y volvemos a tener entrenamiento, otra semana más y el fin de semana otro partido. La dureza del entreno y la disciplina les ayuda sin duda a crecer, no solo físicamente, también en lo personal. Forma parte de un grupo y hace suyos los problemas generales, haciendo partícipes a sus compañeros de los suyos propios. Es una forma de crecer sana, seguro que hay otras, pero esta es la suya.
Un día ese niño ya no lo es tanto, se convierte en un adolescente, casi un adulto, y sigue entregado a su deporte. Entrena con tanta dureza como ilusión, sacrifica horas de sueño o de otras actividades para poder compaginar sus estudios y sus "otras" relaciones personales con lo que más le gusta: BALONCESTO. Pero en ocasiones descubre que él (podría ser ella), no hace más que dar, sacrificar, esforzarse, participar, sudar la camiseta... y lo que recibe a cambio no está a la altura de lo que espera. Siente que el baloncesto le ha traicionado, y su esfuerzo durante la semana no obtiene recompensa, no hay retroalimentación y las mil y una preguntas rondan por su cabeza. No entiende cómo ni por qué, lo que hace unos años le daba muchos minutos de pista y alegrías, ahora se traduce en muchos más de desilusión, decepción y frustración... y decide dejarlo.

Por mi parte decirte que sabes perfectamente donde tienes tu otra familia, la de tu amigo Jesús (hijo) que es también la tuya. Y qué decir de tus padres, Oscar y Candelas. Tantos años, tantos kilómetros y tantas esperas en torno a vosotros dan para mucho. Seguro que seguiremos viéndonos, reuniéndonos en una mesa o alrededor unas buenas cervezas. Otros amigos nos dejaron por el camino y el cariño y la amistad continúa. Ya sabéis, AMIGOS PARA SIEMPRE, en la esperanza de que el año que viene Adrián decida volver a su otra casa, el Basket Cartagena.