domingo, 27 de febrero de 2011

DE LAS BUENAS INTENCIONES...

A.D. INFANTE: 50
ALTEC C.B.C.: 74

He querido dejar pasar un par de semanas desde que sucedieran una batería de desagradables hechos, semanas en las que afortunadamente hemos estado inmersos -con el humor que nos caracteriza- en terapias e imaginarias clases de yoga, para entrar en un tema en el que nunca habría creído que haría falta entrar, dado que hasta ahora, y ya son unos cuantos los años que llevo viendo partidos de basket de las categorías de base, las desavenencias propias de un partido nunca habían pasado de simples aspavientos con algún que otro improperio aislado.

Lo que más me sorprende del tema, dicho esto en frío ya que cuando estoy en caliente soy capaz hasta de decir o pensar de igual forma, es el afán de las aficiones de trasladar culpas al grupo de seguidores del equipo contrario o viceversa, amén de las consabidas e inmerecidas flores que unos y otros nos ponemos a la hora de decir lo buenos que somos nosotros, así como los también inmerecidos sacos de estiércol que vertemos sobre el contrario de lo malos espectadores (sinómino de padres) que son.


Leía hace unos días en el blog de Coello (Don Felipe), sus meditadas reflexiones que sobre el asunto sacó a la palestra, y aunque para variar no estoy muy de acuerdo con su conclusión, sí lo estoy con que el problema existe y que hay que ponerle remedio. Me explico: dice en su entrada Felipe que el problema es menor en el caso de los partidos de base, ya que los causantes, que son menos, acaban dándose cuenta de su problema y, o bien cambian su actitud o dejan de asistir a los pabellones, a veces por indicación o petición de su propio hijo. Da por lo tanto mayor importancia al típico gamberreo de peñas y espectadores en partidos de mayor calado, con jugadores senior, probablemente el sector de juego que él mejor conoce.
Mi opinión al respecto es que en los partidos ACB, LEB, etc., cuyo factor de profesionalidad deriva en la necesidad de atraer al público para completar el circulo del beneficio, podría calificarse como de lícita la bronca que pudiera surgir, dado que se trata de adultos (o a veces también menores) que pagan por asistir a un espectáculo, deportivo pero al fin y al cabo espectáculo, y allá cada uno con su grado de autoestima así como con lo energúmeno que quiera llegar a ser, claro está, siempre y cuando no incurra en ningún tipo de las conocidas formas de violencia, más si tenemos en cuenta que para velar por que esto no llegue a pasar, en estos partidos siempre hay agentes de la autoridad.

Sin embargo en los partidos de las bases, esto es, de niños y adolescentes, el público, que como todo el mundo sabe está formado por madres, padres, hermanos y demás familia, tiene una gran influencia en los jugadores ya que son el espejo donde se reflejan, y fundamentalmente la fuente de la cual beben educación, a veces buena y otras no tan beneficiosa. Y cuando uno de estos energúmenos, también energúmenas que de todo hay en la viña del Señor, decide abandonar, efectivamente viene otro y lo jode, ya  que el relevo en estos menesteres suele ser constante.
Es frecuente que las buenas intenciones se vean reflejadas y rubricadas tanto por los clubes como por las Federaciones, a través de decálogos o trípticos que invitan a los espectadores (padres) de este tipo de partidos a tener la fiesta en paz, véase el tríptico que la temporada pasada editó el Basket Cartagena.

Pero lo escrito no es siempre lo mejor, por mucho que lo parezca. Cómo si no se entiende que no haya triunfado el Marxismo como principal forma de gobierno en nuestras sociedades modernas. Y esto es claramente entendible si uno lee, eso sí, pacientemente, la Ideología Alemana. Una cosa es el ideario y otra su cumplimiento, sobre todo si se trata claramente de utopías, desarticuladas cuando en ellas influye el factor ambición, unido siempre a otros de diversa índole. Os teletransporto a la entrada de este blog "DEL ENÉSIMO PECADO CAPITAL" para rescatar todos y cada uno de los motivos por los que el ser humano siente tentación en la vida, y que nos hace apartarnos, al menos alguna vez en nuestra vida de espectador, de los decálogos y/o declaraciones de intenciones, sobre todo si lo que más queremos, que son nuestros hijos, están por medio.

Esta mañana, en el Pabellón de Zarandona, las hinchadas tanto de AD. Infante como del Basket Cartagena, han dado muestras de que, al contrario de lo que se piensa, no en todos los sitios  cuecen habas. Hemos compartido un par de horas de baloncesto y hemos disfrutado de nuestra mutua compañía sin necesidad de sacar lo peor de nosotros. Los chicos han jugado un partido limpio como pocos, han luchado ambos equipos por ganar y al final ha mandado la tabla de clasificación. Y después cada uno a su casa o disfrutar del aperitivo dominical, cada cual con la compañía que desee... o le dejen.


Como primera reflexión al respecto decir que parece que por las mañanas los ánimos están mucho más calmados y las cabezas mucho más relajadas. Te levantes temprano, ves a tus compañeros sin mucho que comentar, sopena que el Barça como siempre haya ganado su partido el día anterior y el Madrid haya pinchado. Tomas un café con leche (nosotros nos los jugamos a los chinos, ya sé que hay otras hinchadas más cultas que se los juegan al ajedrez, pero pienso que es mejor a los chinos que a la ruleta rusa).

 
Como segunda reflexión, y esta va en serio, creo que se hace necesario ampliar y complementar esas declaraciones de intenciones, esos idearios escritos, con auténticos pactos entre clubes, Federación, Colegios arbitrrales, etc., mediante los cuales todos nos comprometamos a tomar medidas concretas ante infracciones graves, previa identificación de sus culpables. Si cada fin de semana los artistas que ocasionan a sus clubes semejantes agravios quedan totalmente impunes, nunca acabaremos con esta lacra. 

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